Hace poco leí un
reporte de Pew Research Center donde se destaca cómo en América Latina, y en
particular en Argentina, es mayor el número de protestantes que de católicos
cuando se trata de oponerse al uso de métodos anticonceptivos. Lo llamativo es
que la prohibición del uso de anticonceptivos es un dogma tradicionalmente católico,
adoptado por pocas confesiones protestantes. ¿Cómo se explica, entonces, que
las encuestas digan que los protestantes tienen más objeciones morales frente a
la contracepción?
Me parece a mí que la
clave está en el diferente grado de religiosidad (es decir, de compromiso con
las prácticas y creencias religiosas) de protestantes y católicos. En otras
palabras, una gran parte de los que se define a sí mismos como católicos no
practican los preceptos de su religión ni dan mayor importancia a los dogmas
religiosos. Son los conocidos como “no practicantes”, que se siguen llamando
católicos por herencia cultural, o tal vez por haber sido bautizados en esa
religión siendo pequeños. Esta situación también se da entre los protestantes,
pero en un número significativamente menor. Es decir, dentro de los que se
reconocen como protestantes es mayor la cantidad de personas que forman sus
opiniones y dirigen su conducta de acuerdo a sus convicciones religiosas.
El mismo estudio del
cual fue extraído el reporte arriba citado preguntó a las personas acerca de su
participación en prácticas religiosas. Aquí está un resumen de las diferencias
entre protestantes y católicos en el caso de Argentina:
En algún momento
sería interesante estudiar cómo, más allá de cuestiones doctrinales, el hecho
de ser minoría afecta el comportamiento de las personas en relación a su fe.
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